Este pasado fin de semana pudimos ver la vuelta de la primera competición oficial en Europa con la reanudación de la Bundesliga alemana, en la que la jornada se abría con el derbi de la Cuenca del Ruhr entre el Borussia Dortmund y el Schalke 04.
Lo poco destacable, ver que Haaland no ha perdido el olfato de gol
Por lo general, este encuentro suele generar bastante expectación en Alemania, quedándose cerca del Borussia Dortmund - Bayern Munich al ser los dos mejores equipos de la Bundesliga, aunque en el caso de este derbi es más por masa social y rivalidad territorial. Como cualquier derbi, el espectáculo suele estar servido, aunque quizás en el mundialmente conocido Signal Iduna Park, todavía más, ya que la sección de la grada llamada The Wall aporta un colorido y una animación que pocos estadios en el mundo tienen.
Sin embargo, este sucedáneo de fútbol en la nueva normalidad le quitó casi toda la intensidad a este encuentro. Todos los aficionados al fútbol celebramos la vuelta a la competición, porque por fin pudimos dejar de ver partidos que sabíamos cómo terminaban y tuvimos un evento en directo, pero el resultado no fue todo lo satisfactorio que un derbi del Ruhr debía haber sido. El silencio atronador, únicamente roto por los gritos de futbolistas y entrenadores dando indicaciones, en uno de los estadios más ruidosos del viejo continente, te daba la sensación de estar viendo un amistoso de pretemporada en el campo de un pequeño pueblo, y disminuía el grado de entretenimiento que provoca normalmente el fútbol.
Las gradas del Westfallen Stadium, completamente vacías
Otro tema aparte son las normas, a mi manera de ver, ridículas. Antes de arrancar el choque, cada equipo salió por separado, sin saludos protocolarios, lo cual puedo entender a la perfección, mientras que los suplentes hacían acto de presencia ataviados con mascarillas y guantes. Posteriormente, enfocaron el banquillo, en el que se vio que la nueva normalidad obliga a los compañeros de equipo a estar sentados a un metro y medio de distancia. Pero lo ridículo llegó a la media hora de juego, en la que el entrenador visitante sacó a casi todos sus jugadores a calentar a la banda, quitándose todos las mascarillas y estando a menos distancia de ese metro y medio obligatorio. No le veo la lógica a obligar a que estén separados por tanta distancia mientras están sentados para que luego rompan a sudar todos juntos, y cuando entren al campo sea todavía peor. Luego ya está la prohibición de abrazarse o chocar las manos en las celebraciones de los goles, dando lugar a una de las peores celebraciones vistas en toda la historia tras el primer gol de Haaland, cuando minutos antes el Schalke había lanzado una falta directa y varios jugadores del Borussia se juntaron hombro con hombro en la barrera...
A un lado, jugadores en el banquillo con separación, en el otro, todos pegados en la barrera
En mi opinión, y sin ser ningún experto sanitario, no sirve de nada impedir que los compañeros de equipo se junten a la hora de celebrar un gol si luego pueden pegarse unos a otros en la barrera, o estar tocando continuamente al rival durante un saque de esquina. Creo que o lo prohíbes todo, y en consecuencia suspendes la competición hasta que sea completamente seguro, o lo permites todo (o casi todo). Puedo aceptar suprimir los saludos antes del inicio del partido, que salgan por separado, e incluso el uso de mascarillas y guantes en el banquillo, pero prohibir una celebración conjunta cuando ya se han pegado todos a todos, y se han tocado repetidas veces al luchar por el balón, es una tontería. Si no es seguro como para no poder abrazarse, que no se juegue. Pero de nuevo, el fútbol sin público se convierte en el 50% de lo que es normalmente el fútbol. Si la nueva normalidad en este deporte es no tener gente en las gradas, mucho me temo que puede acabar muriendo por lo aburrido que sería ver algo así por televisión.
Haaland, agarrado por los rivales, incapaz de acercarse a sus compañeros para celebrar su gol
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