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  • Foto del escritorMarcos Granda Martínez

Kobe Bryant, nadie muere realmente mientras sea recordado

Lunes, 27 de enero de 2020, 17:55 de la tarde hora española, ya es hora de dedicarle unas palabras de despedida a alguien que ha marcado mi vida como lo ha hecho Kobe Bryant. Y sinceramente, no sé ni por donde empezar. 

Anoche, en torno a las 20:10 bajé al salón, cogí el libro Harry Potter y la Orden del Fénix en inglés, y estuve leyendo un poco para hacer tiempo hasta que a las 20:30 el Real Oviedo jugase en Montilivi ante el Girona, ajeno a lo que iba a leer escasos minutos después. Según empieza el partido, voy a Whatsapp a comentar una cosa en un grupo, dejo mi mensaje y bloqueo la pantalla del móvil. De repente se ilumina a eso de las 20:40 y leo la siguiente frase: "Que murió Kobe Bryant". Ojos como platos, no me lo podía creer, y tras negar en ese grupo la posibilidad de que algo así ocurriese entro en Twitter para ver qué se comenta, y veo la fuente de la que salió la noticia, TMZ, de la cual ya leí dos exclusivas de muertes de famosos que eran reales.


A partir de ese momento, todo lo que tenía frente a mí o alrededor dejó de existir, miraba al partido, pero cada 30 segundos tenía que consultar el móvil para buscar esa noticia que contase que todo era un bulo o un hackeo, una de las teorías que más peso tenía en ese grupo. Con el corazón en un puño y un nudo en la garganta sucedió lo que más me temía, que Adrian Wojnarowski, periodista de la ESPN del cual he estado escuchando podcasts la semana pasada, twitteó que la noticia era real y que Kobe Bryant había fallecido, sin estar todavía claro qué era lo que había pasado ni quién acompañaba a la leyenda de la NBA. 


Desde entonces estoy en un constante estado de tristeza, de pena, con los ojos vidriosos llenos de lágrimas que no sé si salen o quieren quedarse resguardadas en mis párpados, pero también en un estado de no creerme lo que ha sucedido, una parte de mí todavía espera ver esa noticia que lo desmienta todo, o esa imagen de Kobe saliendo del helicóptero con vida. Aunque sé que es imposible. Ya han pasado varias horas desde la terrible tragedia en la que no solo tú perdiste la vida, sino también tu hija y otras siete personas que os acompañaban en esa maldita máquina, y no termino de asimilarlo. Y es que un pedacito de mí, el de ese chaval que soñaba con la NBA y con las canastas SOBRE LA BOCINA, murió ayer contigo. Esa parte tan importante de mi vida que es el baloncesto, después de haberlo practicado durante 6 años, haber empezado esta temporada mi 5º año como entrenador, y de llevar trabajando 3 en un departamento de prensa de un club de baloncesto, murió ayer contigo en ese helicóptero. 

Cualquiera que me conozca sabe de sobra lo que Kobe Bryant significó y significa para mí, no es solo ese jugador del que te haces aficionado, al que sigues porque te atrae su forma de juego y lo que aporta al deporte que amas, sino que es él quien precisamente me hizo amar el baloncesto. Los primeros partidos de la NBA que he visto en mi vida fueron las Finales del 2010, y no las vi por Kobe, sino por Pau Gasol, pero mientras disfrutaba de ese show baloncestístico me olvidé del pívot español y solo tuve ojos para Bryant. 


Kobe es la razón por la que quiero dedicar mi vida al baloncesto. Nunca tuve el talento necesario para ser jugador, y lo supe desde bien temprano, pero sabía que quería vivir por y para el baloncesto porque para mí se convirtió en una pasión gracias a Kobe, y si mi manera es convertirme en trabajador de un equipo de la NBA o en algún medio de comunicación que cubra la NBA, habré cumplido ese sueño. Y es que hay algo necesario de entender en toda esta historia, y es que Kobe es lo que Michael Jordan fue para la generación de los 80 y los 90, porque esta leyenda fue escogida en el Draft de 1996, apenas una semana después de que yo naciera, el 26 de junio de ese año (mi cumpleaños es el 19). Me aficioné a la NBA por Kobe e intentaba imitarle en entrenamientos, me hice de los Lakers por él y siento una obsesión con viajar a Los Angeles porque fue allí donde él se convirtió en leyenda. En la 2014/2015, tras su grave lesión en el tendón de Aquiles, me quedé hasta las 5 de la mañana para verle jugar, sabiendo que haría un mal partido después de estar 8 meses lesionado y teniendo 34 años, pero necesitaba hacerlo, porque lo echaba de menos. 

Atrás quedan ya todos sus logros, que fueron muchos, y todo lo que ha pasado le resta importancia a lo que ha conseguido en su carrera, porque como bien dijo Santiago Cañizares anoche en El Partidazo de Movistar, la vida y la muerte nos trata a todos por igual, no importa si eres una leyenda del deporte o un don nadie, si tienes millones de fans o no, en cosas como esta, nada de eso cuenta y días como hoy nos lo recuerdan. Otra de las frases que me queda en el recuerdo de ayer es un tweet de un periodista de los Boston Celtics, que dijo que nunca creía que tras perder las finales del 2010 podría haber otro día en el que Kobe Bryant le rompiese el corazón, pero estaba equivocado. Esa es la grandeza que define a Kobe, que el día de su muerte lloren todos, aficionados, compañeros y rivales, gente que le ha odiado hasta la saciedad, que le ha criticado por todo, hoy llora junto al mundo del baloncesto por una pérdida precoz de la que la NBA tardará en reponerse.

Pero es el momento de dejar de llorar. Suficiente llorará la familia de Kobe tras perderle a él y a la pequeña "Gigi". Ahora nosotros tenemos que homenajearle de la mejor manera posible, presionando en redes sociales para que el número #24 sea retirado de la NBA en todos los equipos (algo que ya ha pasado en el hockey hielo), para que el propio logo de la NBA sea actualizado y se cambie el de Jerry West por el de Kobe Bryant. También me emociono con los homenajes ya hechos en los partidos de anoche (no voy a entrar en el tema de si debieron jugarse o no), como el haber agotado el reloj de posesión de 24 segundos o los 8 para pasar de medio campo (ambos dorsales de Kobe), que Trae Young saliese a jugar con el 8 a la espalda, cambiándolo por su tradicional 11 y tirase 24 veces a canasta (no sé si fue intencionado o no). Curiosamente, su actuación (con 45 puntos) se une a la de otro gran fan de Kobe, Devin Booker, quien anoche también lanzó a canasta en 24 ocasiones y logró 36 puntos, lo que hace un total de 81 entre ambos dos, la mejor marca anotadora en la carrera de Kobe. Evidentemente, esto es pura casualidad, pero lo hace todo más emotivo todavía.


Te fuiste muy pronto, Kobe Bryant, y nos dejaste con las ganas de disfrutar con todo lo que nos tenías preparado, como ese corto con el que ganaste el Oscar, Dear Basketball. Como digo en el título, nadie muere realmente hasta que se le olvida, y voy a asegurarme de que mis futuros hijos y nietos oigan hablar de ti, para que por lo menos sobrevivas otras dos generaciones más, y cuando yo muera, espero que de anciano, tu legado siga presente en la familia Granda a la que tanto has impactado. Descansa en paz, Kobe. Descansa en paz, Gigi. Gracias por todo. #MambaOut 🖤



Siempre os recordaremos con esa sonrisa

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