Ricky Rubio, una historia de película
- Marcos Granda Martínez
- 16 sept 2019
- 4 Min. de lectura
El pasado domingo, 15 de septiembre, España volvió a hacer historia del baloncesto consiguiendo ganar un Mundial en el que nadie confiaba, y el mundo entero vio cómo esos doce jugadores, comandados por un genial Sergio Scariolo, tocaban la cima del baloncesto mundial en una auténtica exhibición de juego en equipo.
Sobre este Mundobasket ya hablaré largo y tendido, y sobre el gran mérito que todos los integrantes de la Selección han tenido, porque como digo, esto es un juego de equipo, y sin la aportación de cada uno de ellos, esto hubiera sido imposible. Sin embargo, hoy quiero fijarme en alguien en concreto, alguien sobre quien he hablado muchísimo, sobre el que he escrito, alguien a quien siempre he admirado y defendido y que se ha convertido en este Mundial en lo que yo siempre vi en él: hoy toca hablar de Ricky Rubio y su historia.

Ricard Rubio Vives lleva formando parte del equipo español desde hace muchos años, y de hecho, con tan solo 17 veranos jugó una final olímpica en la que puso en aprietos a gente como Jason Kidd en agosto de 2008. Eso le hizo ganar una repercusión mediática increíble, ya que un chaval que seguía en el instituto había jugado en un escenario como una lucha por el Oro de los Juegos Olímpicos, y lo había hecho bien para su edad. Poco a poco, su nombre se fue escuchando en Estados Unidos, y los ojeadores de los equipos NBA querían contar con Ricky en sus filas. Al siguiente verano, el base de El Masnou se presentó al Draft, celebrado en Nueva York, y en el que fue escogido en el puesto número 5 por los Minnesota Timberwolves.
Su irrupción en el equipo de Minneapolis fue increíble, y a pesar de su poco acierto en el tiro exterior, ya fue considerado uno de los mejores de su posición, y estaba en la pelea por ser el mejor novato del año junto con Kyrie Irving, de aquella en los Cleveland Cavaliers. Sin embargo, a los pocos meses recibió el primer golpe duro de su carrera, en un partido en el que chocó con Kobe Bryant, intentando forzar la falta en ataque, y se rompió el ligamento anterior cruzado y también tenía tocado el ligamento colateral lateral de la rodilla izquierda, por lo que se perdió lo que restaba de temporada. Ese golpe le hizo perder la confianza que tenía en él mismo, en su juego, y comenzó a acumular más lesiones (de menor gravedad) que le impedían coger ritmo de competición. Su tiro tampoco mejoraba, y mentalmente comenzó a pasarlo mal. El ambiente en los Timberwolves no ayudaba, ya que todas las temporadas había rumores de que sería traspasado, viviendo con el miedo de nunca saber si podría quedarse en una ciudad en la que estaba cómodo y a la que quería llevar a los playoffs, y finalmente, fue traspasado a los Utah Jazz por dinero.
En esa época también vivió su segundo golpe duro en el ámbito personal, y es que su madre enfermó de cáncer. En una entrevista que concedió cuando todavía estaba en Minnesota, después del fallecimiento de su madre, Ricky Rubio contaba cosas tan duras como que hablaba con ella por Skype cuando tenía tiempo libre y ella cortaba la conversación repentinamente porque se encontraba mal, o que una de sus mayores preocupaciones era que ella muriese sin que él pudiese despedirse en persona por estar todavía jugando con los Wolves.

El quinteto ideal: Bogdanovic, Fournier, Ricky, Marc Gasol y Scola
Con todo esto ya atrás, comenzó una nueva etapa en Utah, en la ciudad de Salt Lake City. Allí coincidió con un jugador en irrupción como Donovan Mitchell, y con un antiguo compañero del Barça como era Joe Ingles, y juntos, unidos a Rudy Gobert y Derrick Favors, llevaron a los Jazz a jugar playoffs, una de las cosas que le quedaban pendientes a Ricky. Por su parte, Rubio comenzó a confiar en su tiro mucho más, dio menos asistencias, pero anotó más y mejor, convirtiéndose nuevamente en alguien de quien se hablaba en los medios con asiduidad. Esa temporada, además, los Utah Jazz hicieron un gran papel en postemporada, eliminando a unos Oklahoma City Thunder con Russell Westbrook, Paul George y Carmelo Anthony.

Ricky recibe el premio de MVP de manos de Kobe Bryant
Y llegamos a este verano, en el que Ricky viaja a China con la Selección Española para disputar el Mundobasket. Antes del campeonato, todo el mundo (yo incluido) supuso que el líder sería Marc Gasol, pero poco a poco Ricky Rubio comenzó a hacerse con el mando y la responsabilidad, motivado por un Marc lejos de su mejor nivel. En la primera fase, en la que España lo pasó mal, Ricky dio la talla, siendo clave en muchas de las victorias gracias a su alta anotación y asistencias. La Selección comenzó a dar sorpresas y llegó a una fase final en la que ya no tuvo rival, siempre gracias a la batuta del base catalán. En la final, a pesar de no ser su mejor partido, anotó 20 puntos, dio 3 asistencias y cogió 5 rebotes, y tras la conclusión del encuentro fue nombrado MVP de la final, entró en el quinteto ideal del campeonato, y coronado MVP del Mundial de baloncesto.
Tras todos los duros golpes, las caídas, lesiones, pérdidas, etc., Ricky Rubio tocó el cielo de Pekín y se colgó la medalla de oro con la Selección Española, siendo nombrado además el mejor jugador de un torneo, y con ello ha protagonizado una de las historias más emotivas de la historia del deporte, por todos los duros momentos que ha vivido en el pasado, y por dónde ha llegado en el presente. Los Phoenix Suns deben de estar contentos por lo que han adquirido, porque tienen una estrella que está deseosa de demostrar que puede ser dominante en la NBA. Y no sabéis lo reconfortante que es ver a toda esa gente que me decía que Ricky Rubio no valía que ahora es buenísimo, a todos aquellos que dudaron de que pudiera hacer algo grande, disfrutando de su baloncesto. Ya eres historia del baloncesto, Ricard, ahora sigue haciéndola.

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