El Fútbol Club Barcelona se convirtió en el mejor equipo del Siglo XXI para muchos expertos futbolísticos por la cantidad de trofeos amasados, su estilo atractivo de juego y, como no, por tener a Lionel Andrés Messi en sus filas. Sin embargo, ese equipo dominador no existe desde el año 2015 en el que el equipo blaugrana logró el segundo triplete de su historia, y no parece que la situación vaya a mejorar en los siguientes años.
Esta temporada se está viendo a uno de los peores Barças de los últimos 20 años, con un juego pobre, demasiados problemas para puntuar fuera de casa, eliminados de la Copa del Rey y sin casi esperanzas de ganar LaLiga. Pero de esta crisis poca culpa tienen Ernesto Valverde o Quique Setién, los cuales han tenido que lidiar con la falta de proyecto en Can Barça, y cuya mejor noticia ha sido un chaval de apenas 17 años llamado Ansu Fati.
Millones gastados sin sentido
Recuerdo una época en la que se criticaba mucho al Real Madrid y Florentino Pérez por pagar precios desorbitados por futbolistas que estaban de moda pero que no se sabía si funcionarían en el Bernabeu o no. Ahora esa filosofía se ha trasladado a este nuevo Fútbol Club Barcelona, y es algo que está lastrando al equipo de una manera brutal. El gran problema para la dirección deportiva del equipo catalán fue la compra del PSG de Neymar Jr. por 222 millones de euros, lo cual dijo a todos los clubes de Europa que el Barça estaba forrado, así que nadie iba a aceptar ofertas bajas. Además, ese fichaje hizo que el Barcelona se viese necesitado de "cracks" que acompañasen a Messi y Suárez, por lo que comprar jugadores se convirtió en imperativo. El resultado ese mismo verano fue desembolsar unos 180 millones en Ousmane Dembélé.
Y que nadie se confunda, creo que "el Mosquito" es un muy buen jugador, pero tiene la cabeza peor amueblada que Neymar, que ya es decir. Sus continuas lesiones y su actitud (llegar tarde a entrenamientos, recibir denuncias por destrozos en las viviendas en las que estuvo, dormir pocas horas por estar jugando toda la noche a videojuegos, faltar a sesiones con los fisioterapeutas...) han provocado la paupérrima continuidad del francés en el Barcelona, estando más días en la lista de lesionados que en la de convocados. De todo lo logrado con Neymar ya solo quedan unos 40 millones y la dependencia en Messi y Suárez sigue siendo extraordinaria.
Una imagen que se ha repetido demasiado
Después nació el culebrón por Coutinho. El brasileño era el que más nombre tenía de todo el Liverpool previo al despegue del equipo entrenado por Klopp, y su lanzamiento desde la larga distancia enamoraba en Barcelona. En este caso, 150 millones de euros gastados en el que debería haber sido un mediapunta o volante, para que jugase en el extremo porque el Barça es incapaz de salir del esquema 4-3-3 en el que Iniesta tenía que jugar todos los minutos posibles en esa posición al ser su última temporada. Resultado: cesión al Bayern de Munich (rival en Champions) y posterior venta a quien más dinero ofrezca, pero que nunca llegará a acercarse al precio por el que el Barça se hizo con sus servicios. De hecho, un rumor sugirió que podría volver a Liverpool, lo cual sería incluso peor, porque con la compra por parte del Barcelona en 2018, el equipo Red se deshizo de un jugador innecesario para ellos y añadió las dos piezas que necesitaban para ganar la Champions (eliminando al Barça en semifinales) que fueron Virgil van Dijk y Alisson Becker, y ahora, una vez campeones de Premier y Champions, recuperarlo por muchísimo menos dinero.
Finalmente, tras ceder a Coutinho y en esa eterna búsqueda del crack que acompañe a Messi y Suárez se dio la turra con Antoine Griezmann, puro capricho de la directiva. De nuevo, Griezmann me parece un jugador increíble, de los mejores del mundo, pero no encaja para nada en este Barcelona. Para empezar, lleva jugando fuera de posición toda la temporada, ni en Francia ni en el Atleti ha estado en el extremo izquierdo, porque se le da mucho mejor jugar a pierna cambiada o como segundo delantero, pero su posición natural chocaría con la de Messi o Suárez. Segundo, su juego es de desmarque, y en el Barça tiene que jugar al toque, a asociarse, y a estar mucho más estático, algo que él no sabe hacer. Otros 120 millones que la directiva blaugrana gasta en un jugador sin saber si iba a funcionar o no, y ya entra en quinielas para ser vendido este verano. De hecho, con el Barça jugándose LaLiga en el partido ante el Atlético de Madrid, no me parece de recibo que el francés no salga al partido hasta el minuto 90. En total, 450 millones de euros gastados en tres jugadores que apenas han rendido con la zamarra del Barça.
Ante su ex equipo, Griezmann vistió más esa camiseta que la de juego
La falta de proyecto
Otro gran problema que cualquier persona que sepa de fútbol puede ver en el Barcelona es la falta de un proyecto claro con el que centrar sus próximos años, y esto es algo que se puede ver en el último movimiento que va a realizar el equipo de la ciudad condal. En una búsqueda por ahorrar algo de dinero, el Barça ha realizado un truque entre Arthur Melo y Miralem Pjanić (más 10 millones que la Juventus debe pagar al equipo catalán). Ambos jugadores son de características muy similares, de juego casi idéntico, con la diferencia de que Pjanić tiene más experiencia. El problema es que es un fichaje a muy corto plazo, ya que el bosnio tiene 30 años (seis de diferencia con Arthur), por lo que no te va a durar muchos años a gran nivel, mientras que con Arthur podía haber un mediocentro para los próximos diez años.
Otro ejemplo es la obsesión que surgió por el argentino Lautaro Martínez, por el que la directiva del Fútbol Club Barcelona está dispuesta a dar cualquier pieza sin importar el impacto que tenga en la plantilla. La moneda de cambio para conseguir ese fichaje es Nelson Semedo, el único lateral derecho de la plantilla blaugrana. Ante esa obsesión por hacerse con Lautaro, el cual es otro jugador de categoría, el Barça pretende deshacerse de un hombre que no tiene repuesto real en el equipo, para acabar condenando a Sergi Roberto al lateral, a jugar en una posición que no es la suya y en la que no rinde igual que en el centro del campo. La dirección deportiva dejó la lógica hace tiempo.
El físico de Semedo hace de él un lateral esencial en el Barça
Para cerrar este apartado, la falta de proyecto también se puede ver en los minutos que juegan ciertos jugadores. El primer caso es el de Luis Suárez, que aunque sigue teniendo un talento para el gol innato, llega todos los años a marzo muy cansado porque juega demasiados minutos, y en la parte decisiva de la Champions League desaparece. Al charrúa se le unen Sergio Busquets, Gerard Piqué y Jordi Alba, quienes juegan por decreto y no descansan ni cuando no son necesarios. Esto tiene dos causas, la autoridad que tienen todos estos jugadores dentro del Barça y la paupérrima profundidad de banquillo, algo que se ha hecho evidente en el fútbol post coronavirus, ya que ni con los cinco cambios el equipo de Setién es capaz de cambiar los partidos. De hecho, el desastre en la planificación se resume con la necesidad de fichar a Braithwaite por la falta de un delantero centro cuando se lesionó Luis Suárez (ningún delantero joven quiere ir al Barça para ser suplente el 90% de los minutos porque el uruguayo apenas descansa, para muestra el ejemplo de Paco Alcácer).
Ahogados en su propia filosofía
Para concluir este post, hay que hablar del juego y la filosofía del Fútbol Club Barcelona. Yo mismo me considero uno de los grandes amantes del estilo que tenía el Barça de Josep Guardiola. Aquel equipo me emocionó, porque practicaba un fútbol que no había visto nunca. Sin embargo, el entrenador catalán dejó Can Barça hace ya ocho años, pero el club blaugrana ha sido incapaz de pasar página. La única vez que pareció alejarse algo de ese estilo fue con Luis Enrique, y casi le cuesta el puesto un partido en el que tuvo menos del 50% de la posesión del balón.
A día de hoy, parece que en el Barça solo vale ganar si se juega bonito, y por eso la opción más lógica cuando se destituyó a Valverde fue la de Setién. El cántabro practicó un estilo similar en el Betis, metiéndolo en Europa League en su primera temporada, y se pensaba que en el Barça lo haría parecido. Pero no ha sido así. Los jugadores del club barcelonés están desgastados de realizar ese estilo, y sus rivales saben cómo defenderlo. Ya no hay dominio por amasar el balón continuamente, ni tampoco sorpresa. La actitud de algunos integrantes de la plantilla blaugrana tampoco ayuda, y es que en ese equipo hay demasiados jugadores que han ganado todos los títulos posibles, por lo que falta ambición. Si por algo destacan Ansu Fati, Riqui Puig y Martin Braithwaite es por darlo todo en el campo, y curiosamente son los tres que no han ganado absolutamente nada en su carrera futbolística.
Por lo tanto, el Barcelona necesita un cambio estructural y de juego. Tristemente, ese cambio de juego requiere cambio de jugadores, porque como digo anteriormente, están desgastados de jugar siempre a lo mismo, y a un Gerard Piqué de 33 años no le vas a enseñar a tener un estilo completamente diferente. No digo que no tenga que jugar más, pero debería pasar más minutos en el banquillo, al igual que Busquets, Suárez, etc. Como no veo a la directiva culé apostar por hacer estos cambios, ni por crear un proyecto ganador a medio plazo, dudo mucho que el Barça siga siendo considerado el mejor equipo del Siglo XXI cuando lleguemos al 2025. De momento, la realidad es que se está malgastando al mejor jugador de la historia y el eterno rival, el Real Madrid, ha llenado sus vitrinas de más Champions League con un modelo de club mucho más inteligente y gastando menos dinero.
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